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Mostrando las entradas de febrero, 2016

Del demonio y la virtud de lo inexplicable

Los rezos son los mejores momentos del día. Cuando la casa duerme y los rincones empolvados no respiran. Las manos tocan la pared. El demonio la siente estremecer de cansancio.  La vida es triste cuando no se siente nada. Triste aunque la tristeza ya no se sienta. Triste aunque el demonio lo llene todo y no se lleve nada. La esperanza de que algo pase es algo que tampoco se siente. La espera sí. Duele en los huesos. El demonio ha sacudido los estantes varias veces. Pero no ha querido mirar abajo de la cama. La cama que huele a terrores nocturnos, insomnio y silencios obscenos. El demonio chasquea la lengua y se sienta a mirarla. Se le han apagado los ojos. Está sola. La piel tan transparente y el pelo quebrado. La había seguido hacía una eternidad para robarle un poco de la luz que la cubría. La luz se fue apagando y el demonio no se dio cuenta cuándo. Tan llena de vida.La sonrisa tan plena. Y ahora tan serena, tan inexplicable. Fatigada y a la vez con las energías guardadas

Por el lapso de una canción

Te canto una canción, De ésas que ya no se escuchan, Que se confunden con deseos vagos, De bailar en un salón. El ritmo de tus labios Haciéndose presente en un beso. Quisiera hablarte más despacio Pero el tiempo se me va. Tu pelo y mi pelo, Entrelazados en un abrazo mutuo. ¿Sabes la falta que me hiciste? No abro la boca. Tengo miedo de que escapen Aquellas mariposas incansables Que gritan tu nombre en el silencio. Todo es testigo y a la vez nada; Mis ojos te quieren a gritos Mis manos anhelan tus manos. Quisiera estar a solas contigo, Para poder darles libertad. La noche acecha, nos acecha... Por un momento serás para siempre; Por un momento que en mí Durará toda una vida.