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Mostrando las entradas de 2014

Del demonio y Yolanda

Yolanda . El nombre lo tiene de artista o de bailarina de cabaret. Depende de quien lo pronuncie. El demonio la conoció cuando aún era estudiante de Literatura Rumana en la Universidad de Bucarest. El pelo largo y del tono que solo el chocolate amargo tiene. Las manos delgadas y llenas de pequitas casi imperceptibles. El demonio se llenó de sus ojos tristes y aún así vivos y enmarcados por las pestañas oscuras que parecían alas de mariposas nocturnas. El demonio supo en pocos segundos que nunca olvidaría a Yolanda: su boca delgada y sus pechos firmes. Yolanda tomó su café sin azúcar. Le sonrió al demonio más por aburrimiento que por interés. El demonio no dejó pasar la oportunidad de invitarla a sentarse con él. Tenía la cabeza ya llena de imágenes de su cuerpo desnudo; de su vida privada. De la ducha de la mañana. Yolanda le dijo ser modelo. No estudiante. Modelo. Estaba en la Universidad mientras se arreglaba el contrato que un tal Johnny Cliché le había asegurado para ir a Milan

Dolores del cuerpo

Me duelen los huesos. Me doy cuenta de los años escondidos; de los días que no contaron y aún así estuve viva. Tengo la carne rota y el cuerpo cortado; las heridas que no sanan, las cicatrices que duelen cuando hace frío. Con tanto malestar del cuerpo, como no doler la explosión de colores del alma. La dicha; la bulla de los amaneceres juntos. Con la sangre en los recuerdos la alegría de las sonrisas que vas repartiendo. Sueño y me alegro, de que no gane mi cuerpo.

El duende y la lechuza

Para Rafael Santiago Érase una vez un pequeño duende que vivía en un bosque de los que todavía tienen muchos árboles. El duende era pequeñito, como del tamaño de un dedo pulgar; con las orejas redondas y la nariz puntiaguda. Gustaba de llevar un saco de terciopelo azul que ya estaba tan usado que estaba también repleto de parches que él mismo zurcía. El duendecillo se despertaba cada mañana con el primer rayo de sol y sacudía sus cabellos alborotados para ponerse después uno de esos gorritos con punta de bolita. Se ajustaba el pantalón y se lavaba la carita para ponerse a trabajar. A diferencia de otros duendes, Lamouse – así se llamaba nuestro amigo duende – tenía la costumbre de nunca echar mentiras. La mayoría de los duendes contaban mentiras casi siempre con la intención de obtener algo sin mucho esfuerzo de inocentes que encontraban en su camino. Pero Lamouse no creía en las mentiras. Cuando quería algo, trataba siempre de hacerlo con honestidad. Aquella mañana

A tí

A veces te pienso y me gana la sonrisa. Con la risa grande, perpetua; la mirada siempre atenta, los sueños alborotados y siempre llenos. La vida saboreada como un buen tequila. Te llevas todo y nos dejas tanto. Te recordamos juntos y te festejamos. Todo tú, amigo: la celebración a la vida. Te digo hasta pronto, hasta luego, see you later, auf Wiedersehen... Te recuerdo hoy y mañana y todos los días, y cuando me acuerdo de tu risa, me pongo a reír contigo. Ser de sol y de mar;  de la tierra y ahora de los astros. Gracias, carnal, por hacerme sonreír.

Del demonio que olvidó su nombre

Fui exorcizado en un Domingo de Pascua. Me acuerdo de éso como si hubiera sido ayer, aunque ya hayan pasado tantos años. Las cosas que vi aquella tarde no serán para olvidarse pronto.  Había llegado al último cuerpo una tarde de Enero en las que ni siquiera había nieve. Los hombres estúpidos de la peregrinación me dejaron salir sin siquiera saberlo. Me les fui metiendo poco a poco en  una reliquia que llevaban cargando y ahí me quedé hasta que terminó su viaje. Fue la primera vez que dormí en años. Nadie se imagina lo que es andar errante, seco, solo. Lo que es no poder descansar porque de todos lados te corren y no te quieren dejar estar en ninguna parte. Nadie sabe lo que es vivir sin vivir y estar sin estar. Porque nadie te ve, a menos que los dejes. Pero en la reliquia me quedé dormido como será que duermen los inocentes. Sin sueños ni remordimientos. Tan solo lo negro bajo los párpados y las ganas de seguir durmiendo apenas despertando. Me quedé ahí hasta que llegó Valen

Del demonio de la cueva

Antes hacía menos frío en las cuevas. El demonio se había ido acostumbrando a recogerse junto al fuego con el paso de los años. Tenía mucho tiempo solo y a la vez tan acompañado de sus nostalgias y recuerdos.  El demonio escuchó la voz poco antes del crepúsculo. Parecía lejana pero a la vez resonaba en el eco de las cuevas. Primero comenzó a dudar de su propia cordura. También los demonios empiezan a alucinar compañía cuando se sienten solos.  Los días son los peores.  La voz se fue acercando y el demonio salió al encuentro. La voz pertenecía a un hombre cantando mientras subía la montaña. Con voz rugosa y jadeante, masticaba las palabras en una melodía sin son. El demonio salió a su encuentro. - Buenas noches, amigo. - dijo el demonio - ¿Qué te trae por estos rumbos? - Buenas noches igualmente - dijo el hombre deteniéndose por un momento tratando de ignorar la desnudez soberbia del demonio - Estoy en camino a La Buena Fe. Es un rancho tras las montañas donde voy a ser maestr

Entretanto

Entretanto, el mundo siguió girando. Entre tanto despertar y dormir a medias fueron pasando tantas cosas y apenas si me di cuenta. Entretanto, la vida siguió su rumbo; se bajaron y subieron las persianas. Se cerraron las ventanas y cayeron las hojas de los árboles. Entre tanto ir y venir fuimos creciendo. Entretanto, la canción siguió sonando. Bailamos abrazados, juntos y hablando. Entre tanto abrazo me hice mujer de nuevo y de vuelta. Nos hacemos viejos sin que nos pesen los años. Entretanto, los días fueron pasando. Sentí tus manos calientes; tu mirada hinchada. Entre tanto futuro se nos fueron juntando, todos los sueños por venir; las esperanzas. Entretanto, mi vientre se hinchó y se hinchó mi alma. los deditos suaves frotaron mi cara arrugada. Entre tanto beso y caricia plena, me fui llenando de amor,  del que nunca se termina. Entretanto, me fue gustando vivir. Sin darme cuenta aquí me tienes toda. Llena. Entre tanto hablar de amor yo ya sólo lo siento

Cuerpos

Cuerpo ensangrentado y abierto. Lleno de cicatrices de muchos sueños, de complejos y sinsabores. Cuerpo desnudo y afiebrado; amante de amores de algo y de siempre. Cuerpo deforme y acalambrado, doloroso y cansado; tan animado, tan sereno. Cuerpo lleno de miedo, de temblores, de caprichos y colores diversos. Somos uno ahora.

About your skin

Some say there will be heaven. I don't know and cannot tell. Heaven is already impregnated in your skin. I can read it; maybe others can't. The rain will end the road for the desperated and you will be standing there, watching heaven from within your skin. There will be tomorrows for you to tell the tale; you might want to describe the sense of holding something so precious in your flesh. Maybe I will be standing right next to you, following your scent, ready to melt.

La lingüística de la vida

Tantas veces nos encontramos frente a caminos que se bifurcan. Decisiones que se toman; senderos llenos de diferentes ramificaciones y horizontes inciertos. Nos preguntamos día a día lo que será cuando... o lo que pasaría si... pero al final de cuentas vivimos un solo camino y nos acompañamos de nuestros "si hubiera" toda la vida. No nos cansamos de investigar las posibilidades, los recuerdos que nunca se formaron y sobre todo, los futuros que no vivimos. Día a día, sembramos más senderos que se bifurcan en nuestro presente y seguimos luchando con la conjugación de los verbos diarios. Una vida llena de lingüística y misterio. Así es como vamos viviendo los días, pasando los momentos hoy de los mañanas por venir.