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Ánima

Cuando se vaya a dormir, fíjate en las cenizas que caen al piso desde el incendio. Si la sigues despacito y te sientas al borde de la cama, tal vez puedas ver algo de lo que suena cuando no la observas. Llora por las noches, a veces. ¿Te has dado cuenta de que no tiene ganas de reír cuando llueve? Si miras detenidamente sus manos, te vas a dar cuenta de que están quemadas... dentro de la mirada todavía se ven sombras del fuego que ya no existe.
¿Ves los demonios que la cobijan? Los encontrarás abajo de su cama, mientras no los busca. Los ignora la mayor parte del tiempo... pero la mayoría de las veces, le gana la curiosidad de las cosas que dicen.
No sabes de lo que hablan; no les entiendes. Pero te gustaría. Hay otras cosas que los demonios no ven... como la memoria carcomida de lo que significa el amor en los tiempos actuales. En los pasajes del metro, en el que se intercambian tantas miradas, tantos besos y ella en la mitad de toda la pasión y la entrega. Escucha sus gemidos. Cuando se llena de silencio la noche y la vida se va apagando en sus ojos. Llora de nuevo, esta vez tal vez sea de hambre. Te está esperando. Tiene sed de tí. Te espera con sus demonios y sus paraísos pintados, de mentiras. Está allí, donde no la puedes ver.

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