Se escuchan los coches;
desde la ventana del sótano miras los zapatos pasar.
Tan solo se ven los reflejos del sol en las nylons;
las curvas de las piernas,
el encaje del fondo.
Lo demás...
No se detienen.
Los tacones, las extremidades, los pasos,
en las mañanas, durante la noche.
Se ruborizan cuando les hablas,
se pintan de carmesí los labios;
pero no ves más allá de las faldas largas.
A veces se detienen y se arreglan las medias,
las miras cuando deslizan las manos entre los faldones,
apretando los sujetadores;
una ventanita al interior de sus muslos.
Agachan el cuerpo
pretenden que no te notan,
te muestran tan solo los esboces
de los senos fijos,
y el cuello blanco.
Te gusta mirarlas pasar;
te gusta besarles las piernas por las noches,
cuando sueñas.
Y les cantas!
cómo les cantas...
desde la ventana del sótano miras los zapatos pasar.
Tan solo se ven los reflejos del sol en las nylons;
las curvas de las piernas,
el encaje del fondo.
Lo demás...
No se detienen.
Los tacones, las extremidades, los pasos,
en las mañanas, durante la noche.
Se ruborizan cuando les hablas,
se pintan de carmesí los labios;
pero no ves más allá de las faldas largas.
A veces se detienen y se arreglan las medias,
las miras cuando deslizan las manos entre los faldones,
apretando los sujetadores;
una ventanita al interior de sus muslos.
Agachan el cuerpo
pretenden que no te notan,
te muestran tan solo los esboces
de los senos fijos,
y el cuello blanco.
Te gusta mirarlas pasar;
te gusta besarles las piernas por las noches,
cuando sueñas.
Y les cantas!
cómo les cantas...
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