- Dime la verdad! - Pero mamá, ya te dije, la encontré en la playa. Tenía las alas rotas y la traje para acá. - Esas alas no son de verdad, tarugo! Mírale las uñas, y toda la trompa pintada de sabe-qué... Ni modo, ya qué. Ahí viene la tormenta y ya no tiene caso regresarla a rastras al pueblo. Tírala allá en la esquina para que se le pase la borrachera mientras tragamos... - Mamá... yo no creo que esté borracha, mírale las alas, y la sonrisa dulce que tiene. Yo creo que es un ángel! - No seas bobo, mijo. Los ángeles no existen! - Pero el Padre Monsito dijo que... - Sí, sí. Ya sé lo que dijo, pero los ángeles ni tienen semejantes tetas ni se pintan la boca de colores. Ah no, y menos éso! Oyes? Los ángeles no roncan, mijo. - Pero es tan bonita mamá... y las alas... - Mira chamaco... yo sé que te gustan los cuentos, pero este de verdad que no es un ángel y si me dijeras la verdad, que la encontraste en el pueblo, a lo mejor te explicaría algunas cosas que más vale que vayas aprendiendo....